3 mentalidades esenciales para vivir las relaciones
- Hermón
- 8 jun 2020
- 2 Min. de lectura
“Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito”.
(1ª Cor 1:10 NVI).
La Palabra de Dios realmente nos abre los misterios del universo. Realmente nos hace más sabios de lo que podríamos ser sin ella. Es así como debemos pensar en nuestras propias relaciones y mirarlas a través de tres perspectivas derivadas de la sabiduría bíblica. Estas mentalidades son esenciales para crear y mantener un estilo de vida relacional saludable.
1) Debemos vivir las relaciones con una mentalidad de cosecha. Gálatas 6:7
Hay una relación orgánica entre las semillas que sembramos y la fruta que cosechamos. En el mundo físico, nunca plantaremos huesos de durazno y obtendremos manzanas. De la misma manera, habrá una consistencia orgánica entre las semillas de las palabras y las acciones que sembremos en las relaciones y la calidad de la cosecha que experimentaremos más tarde. Todos los días sembramos semillas de palabras y acciones que luego cosecharemos. La mayoría de las semillas que sembramos serán pequeñas, pero mil semillas pequeñas que crecen en árboles darán como resultado un bosque que cambia el medio ambiente. Nuestras relaciones están continuamente plantadas con semillas de palabras y acciones que crecen en el bosque de amor o problemas.
2) Debemos vivir las relaciones con una mentalidad de inversión. Mateo 6:19-33
Cada tesoro en el que pongamos nuestro corazón y busquemos activamente, nos dará algún tipo de retorno. Si invertimos en el servicio voluntario, experimentaremos el retorno del aprecio, el respeto y una amistad más profunda. Si invertimos en el hecho de que nuestro amigo o cónyuge se sienta escuchado, amado y comprendido, entonces viviremos con el retorno de eso en la calidad de nuestra relación.
3) Debemos vivir las relaciones con una mentalidad de gracia. Mateo 6:14
Nuestra confianza no está en la capacidad que tenemos de guardar la ley de Dios, sino en la gracia que da vida, transforma el corazón y tiene el poder de atraernos el uno hacia el otro. Cuando vivimos con esta confianza, consideramos las dificultades de nuestras relaciones no tanto como problemas que tienen que ser soportados, sino como oportunidades para entrar en una experiencia aún más profunda de la gracia de Jesús que rescata, transforma, perdona y fortalece. La gracia de aquél que murió por nosotros y siempre estará con nosotros.

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