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ADORAR Y SERVIR

  • Foto del escritor: Hermón
    Hermón
  • 23 ene 2020
  • 2 Min. de lectura

«Entonces Jesús le dijo: …Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás» (Mateo 4:10). Vivimos en un mundo en que las «celebridades» humanas esperan una cierta adoración. Muchos lo han reclamado. Los emperadores romanos exigían adoración del pueblo sumiso caso contrario eran llevados a la muerte. El ser humano pecador busca gloria y fama para oprimir a los que lo hacen. Jesús fue tentado por el diablo y éste le ofreció los reinos del mundo, el poder terrenal, a cambio de adoración a él. Como el diablo, muchos están ansiosos y están buscando poder terrenal, fama pasajera y que de alguna manera se les reconozca. Pero Jesús le dijo al diablo: «Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás» (v.10). Cinco cosas resultan de este pensamiento bíblico: 1. La Prioridad de la Adoración. Somos salvos, no para servir en primer lugar, sino para ser adoradores de Dios. Todo servicio ha de fluir de nuestra relación de amor con Dios; y nuestra contribución principal a esta relación es adorarle. Lo primero es lo primero, lo primero es la adoración. Este es el secreto que el diablo no quiere que practiquemos, y por eso quiere que nos atiborremos de actividades. Tenemos dentro de nosotros un deseo profundo que sólo Dios puede saciar a través de la adoración «Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré» (Salmo 63:1). 2. La Particularidad de la Adoración. La adoración se fija en la Persona de Dios. Celebra lo glorioso que es. La acción de gracias sirve para llevarnos a la adoración (Salmo 100:4). El diablo quiere que sólo sirvas a Dios sin adorarle, sin estar en comunión con él. El servicio no llena el vacío del alma, porque el Señor él mismo llena este vacío. La alabanza es de labios, la adoración es del corazón. Alabar sin adorar es un escándalo. El hombre alcanza un alto grado de personalidad cuando adora. 3. El Poder de la Adoración. «A él sólo servirás.» En toda situación hemos de cumplir exclusivamente lo que el Señor quiere en las circunstancias. La necesaria sensibilidad a lo que el Señor quiere se desarrolla dentro de la relación de adorador con él. Hay poder en la adoración si sirves a Dios donde él quiere, cómo él quiere y con los dones que tienes. 4. La Posibilidad de la Adoración. Hecha posible porque Cristo llevó nuestra condenación. Esta barrera se quita de en medio cuando le aceptamos por Salvador personal. Todo aquel que ha aceptado a Cristo como su Señor y Salvador personal, tiene la posibilidad de adorar a Dios en libertad. 5. Las Puertas de la adoración. «Entrad por sus puertas con alabanza; alabadle, bendecid su nombre» (Salmo 100:4). Las puertas de la adoración a la presencia de Dios están abiertas siempre, día y noche. Toda tu frustración se sana en la presencia de Dios adorándole en espíritu y en verdad.




 
 
 

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