“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”
(Lucas 19:10 RVC)
Muy a menudo, los seres humanos harán un gran esfuerzo para encontrar algo que valoran o algo que aman cuando se ha perdido. Si pensamos que hemos perdido nuestro anillo de bodas por el desagüe de la cocina, por ejemplo, nos meteremos debajo del fregadero y desmontaremos las tuberías para rescatar nuestra amada posesión. Los dueños de perros pasarán mucho tiempo buscando si su mascota desaparece. Caminarán o conducirán por su colonia durante horas en busca del animal perdido. Incluso podrían colocar fotos del perro desaparecido en postes telefónicos y redes sociales, prometiendo una recompensa por el regreso seguro de su perro.
Trágicamente, con frecuencia no hacemos el mismo esfuerzo para encontrar almas perdidas. El miedo al rechazo, las responsabilidades de la vida y otros factores hacen que sea fácil para nosotros volvernos complacientes, dejar a otros la tarea que Jesús nos dio. Por lo general, nuestros fracasos para participar en la evangelización no están motivados por la malicia, sino por el profundo egocentrismo que poseemos. Instalamos un edificio para la iglesia y asistimos regularmente, pensando de alguna manera que la gente simplemente verá la actividad cristiana y la visitará por su propia iniciativa.
Si vamos a imitar a Dios en la tarea de las misiones y la evangelización, debemos mostrar al menos un esfuerzo mayor en encontrar a los perdidos como lo hacemos al buscar mascotas o objetos de valor perdidos. Después de todo, aparte de Su gloria, los seres humanos son más importantes para nuestro Creador que cualquier otra cosa. Tiene una pasión por buscar y salvar a los perdidos, por eso Cristo se encarnó (Lucas 19:1-10). Además, Lucas 15 nos muestra que hay un gran gozo en el cielo cuando un pecador se arrepiente. El Señor organiza una "fiesta", cada vez que se encuentran personas perdidas y creen en el Señor Jesucristo.
Nosotros también estábamos una vez perdidos en el pecado antes de que el Señor nos encontrara (Efesios 2:11-12). Y Cristo nos encontró y nos salvó a través del ministerio de otros, ya sea a través de nuestros padres, un amigo, asistiendo a la iglesia o por muchos otros medios.
Oremos para que Dios envíe a personas perdidas en nuestro camino y que estemos listos para predicarles el evangelio. Busquemos también a los perdidos entre aquellos a quienes conocemos para que podamos compartir el evangelio con ellos.
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