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Celebra la oportunidad de aprender algo nuevo

  • Foto del escritor: Hermón
    Hermón
  • 2 jul 2020
  • 2 Min. de lectura

“¡Voy a hacer algo nuevo!

Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta?

Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados.”

(Isaias 43:19 NVI).


La vida siempre está cambiando. Nunca está estancada. Incluso cuando pensamos que es así, Dios dice “¡Voy a hacer algo nuevo! Este es el versículo al que podemos recurrir cada vez que se nos arranca lo "cómodo" de nuestras manos.


Todos anhelamos lo nuevo. Pero cuando llega lo nuevo, Dios tiene que quitar lo viejo de nuestras manos. Al principio, es incómodo. Al principio, seamos sinceros, no nos gusta. Pero pronto descubrimos que Dios está haciendo algo bueno. Él quiere que encontremos nuestro consuelo en Él, y cuando podemos comprender la comodidad de lo nuevo, aprendemos que es mejor. Es igual de seguro. Es igual de milagroso y digno de elogio.


Lo nuevo puede tomar muchas formas, puede ser increíblemente emocionante o todo lo contrario, absolutamente aterrador. Quizás hayamos descubierto recientemente una nueva temporada en nuestra vida que nos resulta incómoda. Tal vez estamos luchando contra una enfermedad, teniendo un nuevo comienzo, orando por un milagro o caminando por caminos de lo desconocido.


Cualquiera que sea nuestra nueva cosa, quiero asegurarles esto, Dios es un Dios de cosas nuevas.


Al igual que los israelitas, Dios siempre nos está haciendo avanzar. Pero lo nuevo no tiene que ser aterrador. Su trayectoria es increíble. Él nunca comienza algo que no puede terminar. Él nunca se mueve sin un propósito. El nunca falla. Él es fiel y se le puede confiar fielmente en lo nuevo.


Hasta que encontremos nuestra Tierra Prometida permitamos que Dios sea nuestro consuelo. Que Él nos llene hasta desbordarnos mientras nos susurra "Todo va a estar bien". Y, sobre todo, que podamos descubrir que todos los cambios son cambios en los que podemos descansar; especialmente cuando los enfrentamos con el Dios de la gracia que nunca cambia.


Hay una costumbre muy antigua y encantadora entre nuestros hermanos y hermanas judíos: cuando los niños repiten el alfabeto después de su maestro por primera vez, todo se detiene para una pequeña celebración con dulces. La sabrosa práctica recuerda las palabras del Salmo 119:103, "¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca!


¿No es maravilloso celebrar el comienzo de aprender algo nuevo?




 
 
 

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