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El adviento de la humildad

Foto del escritor: HermónHermón

“Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma;”

(Mateo 11:29 RVC)


Numerosos devocionales navideños señalan las humildes circunstancias del nacimiento de Jesús: entre pastores, en un tosco establo, con un pesebre. Cuando Jesús mismo trató de resumir por qué la gente debería tomar el yugo de seguirlo, dijo que era porque era manso y humilde. Sin embargo, rara vez exploramos todas las implicaciones de cómo la humildad radical de Jesús da forma a la forma en que vivimos nuestras vidas todos los días.

La humildad es fundamental para los cristianos. Solo podemos recibir a Cristo a través de la mansedumbre y la humildad. Jesús se humilló y fue exaltado por Dios (Fil 2:8-9); por lo tanto, el gozo y el poder a través de la humildad es la dinámica misma de la vida cristiana (Lucas 14:11; 18:14; 1 P. 5:5).


La enseñanza parece simple y obvia. El problema es que se necesita mucha humildad para comprender la humildad, y aún más para resistir el orgullo que surge de forma natural incluso con una discusión sobre el tema.


Estamos en terreno resbaladizo porque la humildad no se puede alcanzar directamente. Una vez que nos damos cuenta del veneno del orgullo, comenzamos a notarlo a nuestro alrededor. Lo escuchamos en las voces sarcásticas y de las columnas de los periódicos y los weblogs.


Lo vemos en líderes cívicos, culturales y empresariales que nunca admiten debilidad o fracaso. Lo vemos en nuestros vecinos y algunos amigos con sus celos, autocompasión y jactancia.


Por eso nos comprometemos a no hablar ni actuar así. Si notamos "una actitud humilde" en nosotros mismos, inmediatamente nos volvemos engreídos, pero eso es orgullo por nuestra humildad. Si nos damos cuenta de que estamos haciendo eso, nos impresionará particularmente lo sutiles que nos hemos vuelto. La humildad es tan tímida. Si empiezas a hablar de eso, se va. Incluso para hacer la pregunta, "¿Soy humilde?"…


La humildad se comprende mejor al observar el ejemplo de Jesús que se muestra en las Escrituras. ¡Solo la humildad genuina habría sostenido a Jesús en medio de tales pruebas!


Señor, oro para que esta “virtud tímida”, este terreno masivo de nuestra salvación y nuestro servicio, se asome desde su lugar tranquilo y nos conceda las vestiduras de la humildad. Esta es mi oración de Navidad para mí y para nuestra iglesia. ¡Que descubramos a través de la vida y el ejemplo de Jesús el descanso y la paz sobrenaturales que provienen de la verdadera humildad!




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