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EL VERDADERO CRECIMIENTO Salmo 1

  • Foto del escritor: Hermón
    Hermón
  • 23 ene 2020
  • 2 Min. de lectura

Para las personas que no quieran esperar cuatro décadas para que un roble fino crezca en su jardín pueden comprar un ejemplar en un vivero por decenas de miles de pesos, si quiere algo más «barato» pueden comprar una haya europea de 15 años por unos miles menos. A pesar de estos precios, los viveros más importantes del mundo informan que sus ventas de árboles maduros de especies de alto valor son altísimas. Alguien lo planteo de esta manera: “No puedo esperar a que un árbol de plátano madure para que empiece a dar su fruto. Sólo compro sus frutos cuando están bien amarillos. Casi nadie tiene paciencia para ver a un árbol crecer.” Los humanos siempre andamos a prisa y buscamos atajos para esquivar el proceso y tomar el producto final. Y a veces también esperamos una madurez instantánea en nuestro andar cristiano y crecimiento en la fe. ¡Qué contraste con la enorme calma de Dios en Su trato con nosotros! El salmista verbalizó la promesa de Dios de que la persona que se deleita en Su Palabra será “como el árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo” (Salmos 1:2-3) Un creyente que crece, ya sea un nuevo creyente o uno con un poco de más madurez, es cómo un árbol saludable; plantado, alimentado y fructífero. Jesús habló del deber del cristiano de llevar fruto en Juan 15. Ocho veces menciona la palabra «fruto». En Isaías 5, Dios se queja de su pueblo que, habiendo recibido todo el cuidado, no dio el fruto que esperaba. Dios busca, quiere, con nosotros, una relación que lleve fruto. Dios ha hecho todo para que tú y yo seamos ese «árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo». Nos amó, envió a Su Hijo, nos salvó, nos dio su Espíritu Santo, tenemos su presencia, y más. ¡Qué hermoso es un árbol lleno de frutos buenos! Si nuestras raíces están en la Palabra de Dios y nuestros corazones recurren a Él para encontrar sustento, florezcamos. • Y el crecimiento que conduce a la madurez, da gozo al Dios de la paciencia. El verdadero crecimiento toma tiempo. • Se necesita sólo un momento para ser salvos, pero toda una vida para crecer en Cristo Jesús.




 
 
 

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