Hambre y sed de Dios
- Hermón
- 21 feb 2020
- 2 Min. de lectura
“Vienen días —afirma el Señor— en los cuales mandaré hambre a la tierra; no hambre de pan, ni sed de agua, sino hambre de oír la palabra del Señor.”
(Amos 8:11 DHH).
Muy pocos de nosotros hemos sentido los dolores profundos y punzantes y el deseo seco y desgarrador del hambre y la sed reales. De joven, Alidia vivió un hambre masiva en la Ámsterdam ocupada por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Ella recuerda cómo su esposo viajaba a granjas cercanas tratando de intercambiar sus posesiones por comida. Ella personalmente vio personas, demacradas por el hambre, desmayos y caídas en las calles de la ciudad. Pero el Señor salvó a Alidia, a su esposo y a su bebé en medio de esa terrible prueba.
Las Escrituras nos hablan sobre el hambre espiritual y la sed. En el mismo momento de la creación, Dios colocó en el corazón y el alma de los seres humanos un deseo insaciable de conocerlo íntimamente e imitarlo absolutamente.
Este regalo del deseo de conocer a Dios más plenamente es el mayor regalo que Dios podría habernos dado. Nos permite ver nuestra necesidad de perdón y una vida cambiada. Es la intención de Dios que el anhelo de intimidad con Él se intensifique cuanto más caminemos con él. Cuanto más tenemos de Dios, más queremos.
Este deseo de la presencia de Dios, no se limita solo a la experiencia personal. Dios puede darnos el deseo de mirar alrededor de nuestras iglesias, familias, lugares de trabajo, escuelas y comunidades para aquellos que necesitan el pan de la vida y el agua viva. Las necesidades son grandes, pero muchas veces los trabajadores son pocos.
Demasiadas veces nos contentamos con alimentar nuestras propias almas, sentarnos cómodamente en nuestras bancas, con solo un pensamiento ocasional sobre la condición espiritual de nuestros hermanos y hermanas dentro y fuera de los muros de las iglesias.
¿Estamos hambrientos y sedientos de justicia personal? ¿Y hemos centrado nuestra atención en el hambre y la sed que otros puedan tener? ¿Hay preocupaciones en nuestra comunidad que causen "descontento divino"?, ¿cosas que podemos ayudar a cambiar?
¡Clamemos con todo nuestro corazón al Dios vivo!

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