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MÁS VALIOSO QUE LOS DONES 1Cor. 13:1-3

  • Foto del escritor: Hermón
    Hermón
  • 23 ene 2020
  • 2 Min. de lectura

Estas palabras de Pablo son muy claras y contundentes. Sin amor lo más preciado del hombre se reduce a nada; sus más grandes logros se convierten en cero. Los dones espirituales son de gran valor, tanto por causa de su origen, como por causa de su propósito. ¿Hay algo que pueda ser más excelente que los dones? “Sí – dice Pablo; el amor”. Si el amor no abunda en el uso de los dones, éstos vienen a ser menos que nada. Tener dones y no tener amor es no tener nada. Y lo mismo podemos decir de la generosidad. ¿Qué puede ser más sublime que entregar todos nuestros bienes para dar de comer a los pobres? Sin embargo, Pablo no sólo da a entender en el vers. 3 que es posible hacer algo como eso sin estar movidos por el resorte del verdadero amor, sino también que la generosidad hecha por otro motivo que el amor no sirve de nada. Sin amor es imposible vivir la vida cristiana genuinamente; solo podríamos hacer un simulacro de cristianismo. El amor es una virtud esencial de la vida cristiana, y esto por varias razones. En primer lugar, el amor es aquello que nos dispone a ejecutar todos nuestros deberes para con Dios y para con los hombres. Es el amor a Dios aquello que dispone nuestro corazón para honrar a Dios como es debido y someternos gozosa y voluntariamente a Su dominio. Es el amor a Dios aquella virtud que dispone nuestro corazón a deleitarse en el hecho de que Dios sea glorificado, aun cuando para ello tengamos que ser nosotros humillados. El que ama a Dios justifica a Dios, y está dispuesto a decir como Pablo: “Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”. Todos nuestros deberes para con Dios son energizados por el combustible del amor. En segundo lugar, porque cualquier cosa que hagamos que tenga apariencia de virtud no es más que hipocresía cuando es ejecutada sin amor. Si no es por amor que lo hacemos ya no hay sinceridad en nuestra actuación, ya sea en el contexto de nuestros deberes para con Dios, o de nuestros deberes para con los hombres. O queremos el aplauso y la buena opinión de los hombres, o queremos servirnos de ellos en el momento propicio. Así que mientras aparentamos estar preocupados por la gloria de Dios o el bienestar del prójimo, en realidad estamos preocupados por nuestra propia gloria y nuestro propio bienestar. En tercer lugar, decimos que el amor es central en la vida cristiana, porque la Biblia enseña que la vida cristiana es una vida de fe, y la fe obra por el amor (Gal. 5:6). Donde no veamos esa obra de amor, podemos concluir que no hay fe, y donde no hay fe tampoco hay vida cristiana. No podemos concebir la vida cristiana sin fe; pero tampoco debemos concebirla sin amor. Ambos elementos caminan de la mano. Y lo que Dios juntó que no los separe el hombre. Finalmente decimos que el amor es central en la vida cristiana, el resumen de todas las virtudes cristianas, porque la Biblia así lo declara de manera explícita. Por algo Pablo dice en Rom.13:8 que el que ama ha cumplido la ley.



 
 
 

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