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Nuestra verdadera familia

  • Foto del escritor: Hermón
    Hermón
  • 10 mar 2020
  • 2 Min. de lectura

“¿Acaso no tenemos todos un mismo Padre, que es el Dios que a todos nos ha creado? ¿Por qué, pues, nos engañamos los unos a los otros, violando así la alianza que hizo Dios con nuestros antepasados?”

(Malaquías 2:10 DHH).


La unidad es muy importante para Dios. En toda la Biblia, Dios ordena fidelidad y amor. Dios hace y mantiene convenios con su pueblo, y nos llama a honrar estos convenios. Dios ve a toda la iglesia como una familia, y espera que nosotros también nos veamos y nos tratemos de esa manera.


Durante todos mis años en el ministerio he escuchado a muchos predicadores en juntas de pastores llamar a la unidad. Esto reconoce que los cristianos no hemos estado tan unidos como deberíamos estar. Desgraciadamente, la desunión no es un pecado nuevo en la iglesia de Jesucristo. Ya en la época de el profeta Malaquías, el pueblo de Dios estaba rompiendo la fe entre ellos. En lugar de actuar como hermanos y hermanas, a menudo se trataban como enemigos.


Jesús vino a unirnos. En la familia de Dios "no hay gentiles o judíos, circuncidados o incircuncisos, bárbaros, escitas, esclavos o libres, sino Cristo es todo, y está en todos" (Colosenses 3:11). Cuando Cristo ha llenado el corazón de alguien, eso se convierte en su identidad. Tener a Cristo en nuestro corazón es más profundo que el origen étnico porque todos somos creados por el mismo Dios y rescatados del pecado a través de Jesucristo.


La iglesia, la familia de Dios, es para todos los adoptados por Dios a través de Jesucristo. Tal unidad fortalece el cuerpo de Cristo y lo hace más hermoso. Pero Cristo desea algo más que la unidad de la comunión humana. Jesús quiere que seamos atraídos a una estrecha unión consigo mismo y con el Padre. Está más allá de nuestra comprensión humana imaginar estar en unión con Cristo. Sin embargo, el poder y la gracia de Jesús forjan tal unión entre Dios y su pueblo.


Esta unión beneficia a todos los que están en relación, y es un testimonio para el mundo. Jesús aun hoy intercede para que la iglesia tenga una unidad completa, para que las personas que aún no sean discípulos sepan que Dios los ama y que Cristo vino a redimirlos.


Mantengámonos unidos fielmente con nuestros hermanos y hermanas y permanezcamos unidos en el amor de Dios. Que aquellos de nosotros que seguimos a Jesús hagamos todo lo posible para traer la unidad a una iglesia en el amor de Dios.






 
 
 

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