Una forma poderosa de vivir libre
- Hermón
- 25 may 2020
- 2 Min. de lectura
“El Señor es mi fortaleza y mi escudo; confío en él con todo mi corazón. Me da su ayuda y mi corazón se llena de alegría; prorrumpo en canciones de acción de gracias”
(Salmos 28:7 NTV).
Tenemos mucho por lo que estar agradecidos todos los días en esta vida. Pero la realidad es que a veces las constantes demandas de la vida, las batallas y las preocupaciones dan más espacio para la derrota que para un corazón de agradecimiento.
Tenemos la opción, todos los días, de darle las gracias a Dios. Y con un corazón de acción de gracias, nos damos cuenta de que no importa lo que enfrentemos, Dios no solo trabaja para cambiar nuestras situaciones y ayudarnos a superar nuestros problemas. Él hace más. Él cambia nuestros corazones. Su poder, a través de corazones de gratitud y mentes enfocadas en Él, libera el control que nuestras luchas tienen sobre nosotros. Somos fortalecidos por su paz y reabastecidos por su alegría.
No importa cuál sea nuestra situación actual o las luchas que podamos enfrentar, esto es lo que hace ser agradecido:
• Nos quita los ojos de encima y nos ayuda a centrarnos de nuevo en Dios.
• Nos recuerda que no tenemos el control, sino que servimos a un Dios poderoso que sí lo tiene. Nos mantiene en un lugar de humildad y dependencia de Él, ya que reconocemos cuánto lo necesitamos.
• Nos ayuda a reconocer que tenemos mucho por lo que estar agradecidos, incluso todas las pequeñas cosas, que a menudo podemos olvidar agradecerle.
• Desvía nuestra atención de nuestros problemas y nos ayuda a reflexionar sobre la bondad de sus muchas bendiciones.
• Nos recuerda que Dios es el dador de todos los buenos dones. Nunca fuimos destinados a ser completamente autosuficientes en esta vida. Dios es nuestro proveedor.
• Un corazón de gratitud no deja lugar para quejarse. Porque es imposible estar verdaderamente agradecido y lleno de negatividad al mismo tiempo.
• Hace huir al enemigo. Las fuerzas de la oscuridad no pueden soportar estar alrededor de corazones que dan gracias a Dios.
• Abre la puerta a las continuas bendiciones. Invita su presencia. A Dios le encanta dar buenos regalos a sus hijos. Él se deleita en nuestro agradecimiento y derrama su Espíritu y favor sobre aquellos que le dan honor y gratitud.

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